miércoles, 13 de marzo de 2019

Mensaje, por el Día Mundial del Teatro 2019, de Carlos Celdrán (1963, La Habana).


Mensaje de Carlos Celdrán (1963, La Habana, Cuba) por el Día Mundial del Teatro 2019 que, como todos los años, se celebrará el 27 marzo

Carlos CELDRÁN, Cuba

Antes de mi despertar en el teatro, mis maestros ya estaban allí. Habían construido sus casas y sus poéticas sobre los restos de sus propias vidas. Muchos de ellos no son conocidos o apenas se les recuerda: trabajaron desde el silencio, desde la humildad de sus salones de ensayo y de sus salas llenas de espectadores y, lentamente, tras años de trabajo y logros extraordinarios, fueron dejando su sitio y desparecieron. Cuando entendí que mi oficio y mi destino personal sería seguir sus pasos, entendí también que heredaba de ellos esa tradición desgarradora y única de vivir el presente sin otra expectativa que alcanzar la transparencia de un momento irrepetible. Un momento de encuentro con el otro en la oscuridad de un teatro, sin más protección que la verdad de un gesto, de una palabra reveladora. 

Mi país teatral son esos momentos de encuentro con los espectadores que llegan noche a noche a nuestra sala, desde los rincones más disímiles de mi ciudad, para acompañarnos y compartir unas horas, unos minutos. Con esos momentos únicos construyo mi vida, dejo de ser yo, de sufrir por mí mismo y renazco y entiendo el significado del oficio de hacer teatro: vivir instantes de pura verdad efímera, donde sabemos que lo que decimos y hacemos, allí, bajo la luz de la escena, es cierto y refleja lo más profundo y lo más personal de nosotros. Mi país teatral, el mío y el de mis actores, es un país tejido por esos momentos donde dejamos atrás las máscaras, la retórica, el miedo a ser quienes somos, y nos damos las manos en la oscuridad. 

La tradición del teatro es horizontal. No hay quien pueda afirmar que el teatro está en algún centro del mundo, en alguna ciudad o edificio privilegiado. El teatro, como yo lo he recibido, se extiende por una geografía invisible que mezcla las vidas de quienes lo hacen y la artesanía teatral en un mismo gesto unificador. Todos los maestros de teatro mueren con sus momentos de lucidez y de belleza irrepetibles, todos desaparecen del mismo modo sin dejar otra trascendencia que los ampare y los haga ilustres. Los maestros de teatro lo saben, no vale ningún reconocimiento ante esta certeza que es la raíz de nuestro trabajo: crear momentos de verdad, de ambigüedad, de fuerza, de libertad en la mayor de las precariedades. No sobrevivirán de ellos sino datos o registros de sus trabajos en videos y fotos que recogerán solo una pálida idea de lo que hicieron. Pero siempre faltará en esos registros la respuesta silenciosa del público que entiende en un instante que lo que allí pasa no puede ser traducido ni encontrado fuera, que la verdad que allí comparte es una experiencia de vida, por segundos más diáfana que la vida misma. 

Cuando entendí que el teatro era un país en sí mismo, un gran territorio que abarca el mundo entero, nació en mí una decisión que también es una libertad: no tienes que alejarte ni moverte de donde te encuentras, no tienes que correr ni desplazarte. Allí donde existes está el público. Allí están los compañeros que necesitas a tu lado. Allá, fuera de tu casa, tienes toda la realidad diaria, opaca e impenetrable. Trabajas entonces desde esa inmovilidad aparente para construir el mayor de los viajes, para repetir la Odisea, el viaje de los argonautas: eres un viajero inmóvil que no para de acelerar la densidad y la rigidez de tu mundo real. Tu viaje es hacia el instante, hacia el momento, hacia el encuentro irrepetible frente a tus semejantes. Tu viaje es hacia ellos, hacia su corazón, hacia su subjetividad. Viajas por dentro de ellos, de sus emociones, de sus recuerdos que despiertas y movilizas. Tu viaje es vertiginoso y nadie puede medirlo ni callarlo. Tampoco nadie lo podrá reconocer en su justa medida, es un viaje a través del imaginario de tu gente, una semilla que se siembra en la más remota de las tierras: la conciencia cívica, ética y humana de tus espectadores. Por ello, no me muevo, continúo en mi casa, entre mis allegados, en aparente quietud, trabajando día y noche, porque tengo el secreto de la velocidad.   

¿Quién es Carlos Celdrán?

Carlos Celdrán es un director teatral galardonado con premios y de elevado prestigio, dramaturgo, académico y profesor, vive y trabaja en La Habana, Cuba, y presenta su trabajo alrededor del mundo.

Nacido en 1963 en La Habana, Carlos Celdrán perfeccionó por primera vez su amor y experiencia en el teatro en el Instituto Superior de Artes de La Habana, donde recibió el grado de Licenciatura en Estudios de Artes Escénicas. Después de graduarse con honores en 1986, inmediatamente comenzó a poner en práctica sus aprendizajes en el ámbito profesional, trabajando primero como asesor residente y luego como director de escena residente del Teatro Buendía en La Habana.

Ocupó su cargo hasta el 1996, punto en el cual decidió que era el momento adecuado para crear su propio grupo de teatro, el ahora mundialmente conocido y prestigioso Argos Teatro. También radicado en La Habana, Cuba, Argos Teatro ha ganado gran fama con sus interpretaciones de los clásicos europeos, las obras de teatro latinoamericanas contemporáneas y con producciones originales bajo la experta dirección de Carlos Celdrán como director de escena.

Las representaciones de Argos Teatro han tenido como objetivo dar un nuevo soplo vital al canon del teatro moderno europeo, con representaciones de Brecht, Beckett, Ibsen y Strindberg, llevando la cultura y los gustos europeos al público latinoamericano. Han hecho una gran labor por los dramaturgos cubanos, mostrando producciones de artistas locales tales como González Melo en múltiples ocasiones. Es esta fusión de diferentes culturas la que ha ayudado a que Argos Teatro se convierta en uno de los principales grupos de teatro de Cuba y sea aclamado más allá de sus fronteras. Su célebre laboratorio de actuación, que busca encontrar un lenguaje común para los artistas escénicos, ha sido considerado una iniciativa que une a todo el mundo.

El punto álgido de la existencia de la compañía hasta la fecha fue su producción titulada Diez Millones, una pieza escrita y dirigida por el propio Carlos Celdrán. Esta pieza ganó el reconocimiento de la crítica tanto en Cuba como a nivel internacional. Su representación más reciente, Misterios y pequeñas piezas, en 2018, también escrita y dirigida por Carlos Celdrán, fue asimismo muy bien recibida.

Tales esfuerzos por Cuba y el teatro internacional han hecho que Carlos Celdrán sea reconocido con premios y aplausos en innumerables ocasiones. Ha ganado el Premio de los Críticos de Teatro Cubanos en la categoría de Mejor Escenificación en múltiples ocasiones: recibió el premio 16 veces desde 1988 a 2018. Más allá de este reconocimiento de la crítica, también ganó el reconocimiento de su país y del mundo, recibiendo el Distinción Nacional de la Cultura Cubana en el año 2000 y el Premio Nacional de Teatro de Cuba en 2016, entre muchos otros.

Durante su notable carrera, Carlos Celdrán se ha dedicado a inspirar y ayudar a otros trabajando como profesor en instituciones de alto nivel en Cuba, América del Sur y Europa. Él mismo ha trabajado constantemente para mejorar y profundizar sus conocimientos, recibiendo su grado de Máster en 2011 en el Instituto Universitario de Danza ‘Alicia Alonso’, de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Las habilidades pedagógicas de Carlos Celdrán lo han convertido en parte de la facultad del Instituto Superior de Artes de Cuba por más de 20 años, y ha sido el director del curso de Maestría en Dirección Escénica desde 2016, transmitiendo sus conocimientos a las generaciones venideras de los creadores de teatro cubanos. Al mismo tiempo, encuentra salida para la expresión artística con su dirección y creación dramatúrgica en Argos Teatro.

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